martes, 31 de marzo de 2009

Encuesta revela las cinco nuevas brechas que dividen al sistema educativo

Estudio de la Universidad Alberto Hurtado:

El nivel socioeconómico de sus alumnos y los resultados que obtienen en las pruebas nacionales dejaron de ser las únicas diferencias significativas entre los colegios municipales, particulares subvencionados y privados.

Los resultados finales de la Séptima Encuesta Nacional a los Actores del Sistema Educativo del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE), de la U. Alberto Hurtado, arrojan que las diferencias entre colegios públicos y privados son más profundas que lo meramente económico.

Desigualdades de información, acceso a internet, expectativas y de percepción de la calidad son algunos de los temas que asoman como los desafíos futuros del sistema chileno.

La encuesta fue realizada durante agosto y septiembre de 2008, a un total de 243 directores de colegios, 1.055 profesores, 7.615 estudiantes y 4.301 apoderados, los que fueron seleccionados mediante un muestreo probabilístico y representativo.

"Los rendimientos en educación reflejan las brechas sociales, y lo único que nos dicen (los resultados de la PSU) es que tenemos que trabajar más por los que tienen menos". Mónica Jiménez, ministra de Educación.

1. Distancias digitales


En 2008, el 77,6% de los alumnos dice tener computador en casa. Pero mientras esa brecha se cierra, se abre otra en torno a la disponibilidad de internet.

"Es una diferencia clara, pero que se reduce en parte por la política de llevar internet a las escuelas", dice Iván Ortiz, coordinador de la encuesta.

Para Claudia Bobadilla, CEO de País Digital, el desafío mayor no pasa por el equipamiento: "La brecha que viene es la del uso de la tecnología, el cómo se usa pedagógicamente. Y esa brecha se da en todas las dependencias".

2. Simce: la información no llega a todos los hogares


La brecha de información es clara: menos de un tercio de los padres del sector municipal dice conocer el Simce del colegio de su hijo. Y la tendencia es que la diferencia con el sector particular subvencionado y privado tiende a crecer entre 2004 y 2008. "Con la revolución pingüina de 2006, ha habido una implicación creciente de la sociedad en la educación. Pero se implican sólo los que pueden hacerlo", analiza el director del CIDE, Juan Eduardo García-Huidobro.

Para el experto, la forma en que se presentan los resultados es difícil de comprender para los padres de sectores más desfavorecidos: "¿Qué significa tener 220 puntos? ¿Es bueno o malo? En cambio, si a uno le dicen que su colegio se sacó una nota 3, no necesita mayores aclaraciones".

Las municipalidades coinciden con esta reflexión. "Éste es un tema que no se ha tocado, pero estas cifras nos dan una alerta roja. Por ley debiera obligarse a publicar el Simce, enviarlo por carta a los apoderados. Y hay que explicar qué significa, traducir el chino mandarín de los puntajes a palabras entendibles", dice Pablo Zalaquett, alcalde de Santiago y encargado de Educación de la Asociación Chilena de Municipios.

"Es grave que los padres no sepan qué pasa con sus hijos. Si no conocen el Simce, van a elegir mal".
PABLO ZALAQUETT
Presidente del Comité de Educación de la Asociación de Municipalidades.

3. Juicio a la calidad educativa

La encuesta detecta una disminución de la percepción de la calidad de la educación, tras la revolución pingüina. En 2004, el 56,7% de los alumnos y el 45,9% de los padres calificaban la enseñanza nacional como buena o muy buena, números que bajan en 2008 a 30,6% y 24,3%, respectivamente.

Sin embargo, hay diferencias marcadas entre las dependencias. Entre los profesores, curiosamente, los de colegios privados se muestran más críticos del nivel de la educación que los del mundo municipal. "Esto se debe a que la crítica a la calidad educativa disminuye cuanto más perciben los docentes que son parte del problema", explica Ernesto Treviño, académico de la Facultad de Educación de la Unversidad Diego Portales.

Algo similar ocurre entre los apoderados analizados por el estudio. Aunque los de colegios municipales son los que más califican el nivel de la escuela de sus hijos como regular o malo (38,8%, versus el 23,1% de los particulares subvencionados y el 10,1% de los privados), una clara mayoría se muestra conforme. "Aquí pesa el problema de la información. Si los papás del sector municipal no tienen información sobre el Simce, no pueden tener elementos de juicio. Además, muchos niños, incluso de malos colegios, ya manejan contenidos que ellos nunca conocieron, lo que desdibuja su opción de ser críticos", opina el investigador Iván Ortiz.

4. Unos se quejan más del empedrado que otros

En el sector municipal es mayor la proporción de docentes que creen que un mal resultado se debe a un déficit de capacidades de sus estudiantes.

Claro que en este punto el panorama no es tan sombrío: en el año 2000, el 56,9% del total de profesores era de esta opinión, versus el 18,6% actual.

"Una buena noticia es que los profesores empiecen a dejar de lado explicaciones demasiado facilistas y comiencen a mirar factores más complejos, entre los que se cuenta su propia tarea", dice García-Huidobro.

A esto se suma que, ante la pregunta "en qué invertir para mejorar la educación de los más vulnerables", el 58,6% dice que en capacitación docente. "Implícitamente, los profesores asumen que requieren mayor preparación para tratar los desafíos que plantean los niños más pobres", afirma Ernesto Treviño, investigador de la U. Diego Portales.

5. Problemas de confianza

Otra desigualdad clave que muestra la encuesta es en el nivel de expectativas que tienen los profesores sobre las posibilidades de sus alumnos de llegar a la educación superior, que en el sector municipal es menos de la mitad que en el privado.

El punto es clave, porque según los datos de la Evaluación Docente 2008, los mejores profesores son, efectivamente, los que les ven más futuro a sus alumnos. "Los buenos docentes creen que sus alumnos tendrán una perspectiva educacional más prolongada, lo que da más sentido a su labor", señala José Weinstein, gerente del Área de Educación de Fundación Chile.

Lo preocupante es que esta poca confianza se traspasa a los alumnos. En 7° básico, el 57,4% de los alumnos del sector municipal creen que llegarán a la universidad. En 4° medio, esa proporción baja a 25,5%.

En contraste, en el sector particular pagado el 74,6% de los alumnos de 4° medio cree que irá a la universidad. "Lo que muestra esto con claridad es que los colegios municipales limitan más las expectativas que el resto de las dependencias", sostiene Iván Ortiz.

"Lo más triste de todo es que son expectativas bastante realistas. Éste es el símbolo más patente del efecto de las desigualdades del sistema educacional", añade Juan Eduardo García-Huidobro

Escrito por:
Manuel Fernández Bolvarán
Fuente: El mercurio
Rolando Becerra Castillo
Eq. Edición Blog´s


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